HOLA A TODOS
Hoy quiero
compartir un mensaje que escuché el día
sábado y que tocó profundamente mi corazón y espero que también lo haga
contigo:
Trata sobre
una historia muy conocida: Jesús convierte el agua en vino.
Antes de ingresar a
la historia vale resaltar 3 características principales del agua: es incolora
(no posee color), inodora (no posee olor) e insípida (no posee sabor). En total
contraste con el vino, el cual, quienes saben de vinos, lo definen por su
color, olor y sabor.
Les pregunto
directamente: ¿Algún área de su vida está como el agua? ¿Sin color, olor ni
sabor? Sabes muy bien cual es esa área,
o quizás sea toda tu vida!
¡Dios aún hoy puede transformar el agua en vino!
El Evangelio
de Juan, capítulo 2 lo relata de la siguiente manera:
"Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de
Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus
discípulos."
1. Aquí
encontramos la primera clave para que Dios cambie el agua en vino: Asegúrense
de que Jesús esté en la fiesta(en esa área de tu vida)
"Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo:
--Ya no tienen vino.
--Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? --Respondió Jesús--. Todavía no ha
llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
--Hagan lo que él les ordene."
2. La segunda
clave: Hacer lo que Él ordene.
"Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus
ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.
Jesús dijo a los sirvientes:
--Llenen de agua las tinajas.
Y los sirvientes las llenaron hasta el borde."
¡Se
imaginarán que llenar tinajas de piedra donde cabían 100 litros de agua no era
nada fácil! En esa época no existían los grifos ni las cañerías. Lo que hacían
era ir a un pozo de agua (aljibe), llenar con agua una especie de balde y lo
vertían en la tinaja de piedra. Ahora bien... mirándolo naturalmente, ¡esto no
tenía sentido! Lo que hacía falta era vino y Jesús les dice que llenen las
tinajas con agua.
3. La tercera
clave es: trabajar con lo que se tiene a la mano, trabaja con lo
que hay al alcance. Lo bueno
no es el agua, sino lo que Dios hace con el agua.
También
vemos que esos sirvientes tienen que haber sido persistentes en su tarea a
pesar de no ver ningún cambio. Quizás estaban cansados de llenar una y otra ves
esas tinajas con simple agua. Sin embargo lo hicieron hasta que el agua llegó
al borde. La cuarta clave es la respuesta a lo que siempre le preguntamos a
Dios: ¿Hasta cuándo? Y Dios te dice: ¡Hasta el borde!
"--Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete --les
dijo Jesús. Así lo hicieron."
¿Se imaginan
a la persona que le estaba llevando al encargado
eso que para él seguía siendo agua? Encima Jesús ni siquiera hizo una oración
para que se convirtiera en vino. Tampoco dijo: Agua, ¡conviértete en vino! Que
ilógico, ¿verdad? Sin embargo es así, Dios nos lleva hasta el límite de nuestra
fe. Nos dice: sigue trabajando con agua. Y cuando menos
se note, Dios hará el milagro.
"El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber
de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el
agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo:
--Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido
mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta
ahora."
A lo mejor
se siente que la vida sí tiene color, olor y sabor pero hay prestar
atención a esto, el encargado le dice: "has guardado el mejor vino
hasta ahora". ¡Tengan presente que
lo bueno es enemigo de lo mejor! ¡Y siempre se puede ser mejor!
Recuerden
esto: Dios aún hoy convierte el agua en vino, pero asegúrense de que Jesús
esté en la fiesta y de hacer lo que Él ordene perseverantemente, trabajando con
lo que se tiene a la mano, aunque no se vea nada de milagroso. ¡Porque cuando
menos nos damos cuenta Dios ya convirtió el agua en vino!

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