martes, 4 de octubre de 2011


HOLA A TODOS

Hoy quiero compartir  un mensaje que escuché el día sábado y que tocó profundamente mi corazón y espero que también lo haga contigo:

Trata sobre una historia muy conocida: Jesús convierte el agua en vino. 
Antes de ingresar a la historia vale resaltar 3 características principales del agua: es incolora (no posee color), inodora (no posee olor) e insípida (no posee sabor). En total contraste con el vino, el cual, quienes saben de vinos, lo definen por su color, olor y sabor. 

Les pregunto directamente: ¿Algún área de su vida está como el agua? ¿Sin color, olor ni sabor?  Sabes muy bien cual es esa área, o quizás sea toda tu vida! 

¡Dios aún hoy puede transformar el agua en vino!

El Evangelio de Juan, capítulo 2 lo relata de la siguiente manera: 
"Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos." 



1. Aquí encontramos la primera clave para que Dios cambie el agua en vino: Asegúrense de que Jesús esté en la fiesta(en esa área de tu vida)

"Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo:
--Ya no tienen vino. 
--Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? --Respondió Jesús--. Todavía no ha llegado mi hora. 
Su madre dijo a los sirvientes:
--Hagan lo que él les ordene." 

2. La segunda clave: Hacer lo que Él ordene.

"Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.
Jesús dijo a los sirvientes:
--Llenen de agua las tinajas.
Y los sirvientes las llenaron hasta el borde." 

¡Se imaginarán que llenar tinajas de piedra donde cabían 100 litros de agua no era nada fácil! En esa época no existían los grifos ni las cañerías. Lo que hacían era ir a un pozo de agua (aljibe), llenar con agua una especie de balde y lo vertían en la tinaja de piedra. Ahora bien... mirándolo naturalmente, ¡esto no tenía sentido! Lo que hacía falta era vino y Jesús les dice que llenen las tinajas con agua.

3. La tercera clave es: trabajar con lo que se tiene a la mano, trabaja con lo que hay al alcance. Lo bueno no es el agua, sino lo que Dios hace con el agua. 

También vemos que esos sirvientes tienen que haber sido persistentes en su tarea a pesar de no ver ningún cambio. Quizás estaban cansados de llenar una y otra ves esas tinajas con simple agua. Sin embargo lo hicieron hasta que el agua llegó al borde. La cuarta clave es la respuesta a lo que siempre le preguntamos a Dios: ¿Hasta cuándo? Y Dios te dice: ¡Hasta el borde!  

"--Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete --les dijo Jesús. Así lo hicieron." 

¿Se imaginan  a la persona que le estaba llevando al encargado eso que para él seguía siendo agua? Encima Jesús ni siquiera hizo una oración para que se convirtiera en vino. Tampoco dijo: Agua, ¡conviértete en vino! Que ilógico, ¿verdad? Sin embargo es así, Dios nos lleva hasta el límite de nuestra fe. Nos dice: sigue trabajando con agua. Y cuando menos se note, Dios hará el milagro.

"El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo:
--Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora." 

A lo mejor se siente que la vida sí tiene color, olor y sabor pero hay prestar atención a esto, el encargado le dice: "has guardado el mejor vino hasta ahora". ¡Tengan  presente que lo bueno es enemigo de lo mejor! ¡Y siempre se puede ser mejor!



Recuerden  esto: Dios aún hoy convierte el agua en vino, pero asegúrense de que Jesús esté en la fiesta y de hacer lo que Él ordene perseverantemente, trabajando con lo que se tiene a la mano, aunque no se vea nada de milagroso. ¡Porque cuando menos nos damos cuenta Dios ya convirtió el agua en vino!

No hay comentarios:

Publicar un comentario